Autor: Jim Saccomono
TraducciĂłn: Rebeca Landa
Después del fallecimiento del gran Dan Reeves, el exentrenador en jefe de los Broncos y miembro del Anillo de la Fama, muchas memorias me vienen a la mente cuando pienso en su tiempo en Denver.
Nunca olvidarĂ© haber conocido y trabajado con Dan. Yo era parte de un grupo selecto que se reuniĂł con Ă©l la noche anterior a que fuera nombrado el entrenador en jefe de los Broncos, y cuando saliĂł del edificio por Ășltima vez, se parĂł en mi puerta y dijo: "ya me voy", y llorĂł.
En un negocio duro y frĂo, Dan fue el Ășnico entrenador en jefe de los Broncos que llorĂł cuando se fue.
Ăl estĂĄ profesionalmente en compañĂa Ă©lite, uno de tan solo ocho entrenadores que llevĂł a sus equipos al Super Bowl en cuatro ocasiones (tres con los Broncos y uno con Atlanta). Todos los demĂĄs (excepto Bill Belichick, que aĂșn es un entrenador activo) estĂĄn en el SalĂłn de la Fama del FĂștbol Americano Profesional, como Dan deberĂa de estarlo. Eso incluye a Bud Grant y Marv Levy, que al igual que Dan, perdieron los cuatro.
Es uno de solo seis entrenadores en llevar al menos a tres diferentes franquicias a la postemporada, y uno de solo tres en ganar juegos de postemporada con tres franquicias diferentes.
En 39 años como jugador y entrenador, Dan participó en nueve Super Bowls, la tercera mayor cantidad para un individuo.
Dan también fue un buen jugador durante sus ocho años con los Dallas Cowboys.
En mi mente, y en la de muchos, es recordado por una jugada especĂfica, como halfback lanzĂł un pase de touchdown de 50 yardas al receptor abierto Lance Rentzel en la primera jugada del Ășltimo cuarto durante el "Ice Bowl".
Se han escrito muchas historias sobre ese juego y sus temperaturas muy por debajo de cero en Green Bay. Lanzar un pase para touchdown de 50 yardas en esas condiciones es tan notable que en mi opiniĂłn deberĂa de ser el boleto para el SalĂłn de la Fama. Esa jugada individual.
TambiĂ©n fue el Ășnico entrenador en jefe de la AFC que llevĂł a tres equipos al Super Bowl en la dĂ©cada de los 1980s.
Por supuesto eso incluyĂł "El Drive" en Cleveland.
Por lo tanto, Reeves tuvo una de las mås memorables jugadas del deporte en un juego de campeonato como jugador, y luego también como entrenador.
Extraordinario y sin duda merecedor del SalĂłn de la Fama.
Pero recuerdo mucho mĂĄs de Dan que sus logros profesionales.
Era conocido por su terquedad, espĂritu competitivo y un deseo absoluto de hacer las cosas a su manera, rayando en lo desafiante.
Pero Dan era, en el fondo, el mĂĄs gentil de los hombres y un verdadero hombre de familia con gracia, sensibilidad y un sentido del estilo genuino.
Ăl era Ășnico.
Dan llegĂł a nosotros de los Dallas Cowboys, por supuesto, donde trabajĂł bajo el entrenador en jefe Tom Landry. En ese entonces, todos los jugadores de los Cowboys deseados por la prensa para entrevistas tenĂan que ser llevados a una gran sala de prensa, y las personas encargadas de esa labor era Reeves para la ofensa y el coordinador defensivo Ernie Statuner. Todas las personas de relaciones pĂșblicas y miembros de la prensa probablemente saben la difĂcil tarea que era, especialmente despuĂ©s de una derrota.
Dallas habĂa sido la Ășnica experiencia de Dan en el fĂștbol americano profesional, asĂ que una de las primeras preguntas que me hizo fue cĂłmo manejĂĄbamos las entrevistas postpartido.
Somos abiertos, le dije, y él claramente estaba emocionado de ser liberado de esa carga.
AdemĂĄs, como dije, Dan era un hombre de familia.
Como la mayorĂa sabe, prĂĄcticamente todos los grupos de entrenadores en el fĂștbol americano se quedan hasta muy tarde, generalmente hasta las 10 u 11 p.m., o incluso mĂĄs tarde en lunes, martes y miĂ©rcoles durante toda la temporada.
Dan no. Ăl creĂa en cenar con su familia y, a excepciĂłn de los entrenadores que se quedaban hasta tarde por decisiĂłn propia, Dan se iba a casa a las cinco. Cenaba con su encantadora esposa, Pam, y sus tres hijos, y luego se retiraba a su estudio para ver video de juego.
Dan tambiĂ©n odiaba el hecho de que en Dallas, en los juegos de local, tenĂa que pasar la noche en un hotel, asĂ que cambiĂł esa polĂtica en Denver.
Sus jugadores y entrenadores no pasaban las noches previas a los partidos en hoteles. Puedo decir que esto ocasionalmente se prestĂł a la violaciĂłn del cĂłdigo de honor por parte de algunos de nuestros jugadores jĂłvenes, pero Dan se mantuvo firme y dijo que los tratarĂa como hombres cuyo honor era tan fuerte como el suyo.
Dan era un hombre de altos principios.
Alguna vez estuvo en desacuerdo con que nuestras habitaciones se limpiaran una vez cada dos dĂas durante el campamento de entrenamiento en Greeley. Nuestro Gerente General explicĂł que era para reducir costos y Dan respondiĂł: "Vive como cerdo, juega como cerdo". Al dĂa siguiente el equipo de limpieza regresĂł a limpiar nuestros cuartos diario.
Muchos recordarĂĄn que su atuendo para los juegos era elegante y que, a menudo, incluĂa saco y corbata. Esto era en honor al entrenador Landry, quien siempre vestĂa saco y corbata, asĂ como su caracterĂstico sombrero. Dan decidiĂł no usar el sombrero, pero en relaciĂłn a lo demĂĄs, la mayor parte del tiempo llevaba saco y corbata- y la corbata casi siempre era naranja.
TenĂa clase, estilo y gracia.
Esos son sĂłlo algunos de los recuerdos de Dan Reeves que tengo.
A veces hablĂĄbamos por telĂ©fono, incluso cuando entrenaba a los Giants y a los Falcons. Recuerdo una llamada telefĂłnica justo despuĂ©s de que mi hija aceptĂł un trabajo en Goldman Sachs en Nueva York y se mudĂł allĂ.
Dan proporcionĂł su nĂșmero telefĂłnico privado y dijo, "Si tu hija necesita cualquier cosa, si tiene algĂșn problema, debe llamarme de inmediato y los Giants enviarĂĄn un carro, lo que sea necesario".
Una vez pagĂł los gastos funerarios de un ex conserje de los Giants, despuĂ©s de que ya habĂa dejado al equipo.
Hablamos de muchos temas muchas veces, incluyendo la vida y la muerte. Dan Reeves estaba listo para cada momento, y me han dicho que estaba listo para este. Pero eso no significa que nosotros lo estĂĄbamos.
Te amamos y te extrañamos, Entrenador.
Descansa en paz, Dan Reeves.











